Afganistán sigue inmerso en una incesante ola de violencia. Hoy ha sido en un barrio de mayoría chií de Kabul donde un suicida ha estampado un coche con explosivos contra un autobús que transportaba a funcionarios del ministerio de Minas. Al menos 24 personas han muerto y 42 han resultado heridas aunque fuentes oficiales han dejado abierta la posibilidad de que haya más víctimas. Próximo al lugar del ataque reside el viceprimer ministro del país, Mohammad Mohaquiq, aunque la detonación ha afectado principalmente a comercios a pie de calle e inmuebles aledaños.
Los talibanes, que están manchando de sangre diferentes regiones del país en su intento por derrocar al Gobierno, han reivindicado el ataque. Un reciente informe de la ONU marcaba un macabro récord de 1.662 civiles muertos en lo que va de año y un aumento del 15% de los atentados suicidas.
