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Católicos expresan preocupación por el libro “La Pasión Mística” del Cardenal Fernández

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20 de enero de 2024 / 10:57 AM

Algunos católicos han expresado serias preocupaciones tanto sobre el tono como sobre la teología de un libro escrito por el cardenal Víctor Manuel Fernández en la década de 1990, de contenido explícito sexual, que reapareció recientemente.

Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano, escribió el libro La Pasión Mística. Espiritualidad y sensualidad en 1998. En ese momento, el prelado tenía unos 35 años, 12 de ellos como sacerdote.

Aunque Fernández no ha renegado del contenido del libro, le dijo a Crux que “ciertamente no escribiría [el libro] ahora” y que lo retiró de la circulación poco después de su publicación, porque “podría ser malinterpretado”. Añadió que lo escribió para parejas jóvenes “que deseaban comprender mejor el significado espiritual de sus relaciones”.

El libro aborda numerosos temas sexuales, relacionándolos con experiencias que se tienen con Dios. Fernández opina sobre lo que llama una “especie de ‘orgasmo místico'” y describe las diferencias entre la experiencia sexual de hombres y mujeres.

En el capítulo “El camino hacia el orgasmo”, Fernández amplía la analogía citando “experiencias embriagantes de Dios” vividas por santos, como el éxtasis religioso de Santa Teresa de Lisieux en su muerte, que describe como “sensual”.

Luego describe estas experiencias como “una especie de orgasmo plenificante en nuestra relación con Dios; lo que no implica tanto alteraciones físicas, sino simplemente que Dios llega a tocar el centro anímico-corpóreo del placer, de modo que se experimenta una satisfacción que abarca a toda la persona”.

“Sexualiza nuestra espiritualidad”

La comparación entre experiencias espirituales y orgasmos sexuales ha generado serias preocupaciones entre estudiosos, como el P. Thomas Petri, presidente de la Facultad Pontificia en la Casa de Estudios Dominicos.

El P. Petri le dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que la sugerencia de que la intimidad divina, como la experimentada por Santa Teresa de Lisieux, se “experimente como un clímax sexual físico” parecería “denigrar la experiencia”.

“Es difícil creer que Dios específicamente incitaría la excitación y el clímax sexual”, agregó el sacerdote, señalando que Santa Teresa era una monja de clausura llamada a desprenderse de cualquier deseo sexual.

Kelsey Skoch, quien brinda asesoramiento y mentoría sobre la castidad, contrastó parte del contenido del libro de Fernández con el mensaje de las enseñanzas de San Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo.

Skoch le dijo a CNA que la teología del cuerpo “toma nuestra sexualidad y la considera como un regalo del Señor”, y agregó que “nuestra sexualidad es creada por Dios” y es “un don y es sagrada”. Cuando se experimenta adecuadamente “como fruto del amor dentro del matrimonio”, dijo, “debería ir de la mano con nuestra espiritualidad” y “puede imitar la intimidad divina de alguna manera”.

Sin embargo, señaló que esto es diferente de lo que parece hacer Fernández.

“Él sexualiza nuestra espiritualidad, así que es algo inverso [a la teología del cuerpo]”, dijo Skoch.

El P. Petri señaló de manera similar que la representación de la sexualidad en el libro y la teología del cuerpo de Juan Pablo II “difieren en varios aspectos”. Dijo que aunque los esposos deben “tener placer y deleite” durante el acto marital, ese no es el enfoque principal. Más bien, el foco es “la comunicación del amor entre el esposo y la esposa por amor a la vida”.

Además de las diferencias en la teología y el enfoque, el P. Petri también destacó una distinción importante en el tono utilizado en el libro de Fernández, señalando que Juan Pablo II a menudo utiliza eufemismos y “no habla tan gráficamente sobre el acto marital”. Dijo que un sacerdote no debería hablar de una manera “que escandalizaría a los fieles o que perjudicaría su piedad”.

“Esto es por qué [Fernández] retiró el libro”, dijo el P. Petri. “Entendió que esto podría suceder”.

Skoch estuvo de acuerdo, diciendo que Fernández es “demasiado descriptivo” y que el lenguaje gráfico es “innecesario e imprudente” y puede ser “problemático debido a la impresión que se lleva el lector”.

A lo largo de los capítulos centrados en la actividad sexual, Fernández generalmente evita especificar que está hablando de estas relaciones dentro de los confines del matrimonio.

No reconoce el daño de la pornografía

Una parte del libro también aborda las supuestas distinciones de Fernández con respecto a hasta qué punto hombres y mujeres son excitados por “pornografía fuerte”, sin aclarar las objeciones de la Iglesia Católica a la pornografía o discutir sus efectos negativos.

El P. Petri dijo que al hablar de pornografía, es importante transmitir que está “destruyendo relaciones [y] destruyendo matrimonios”.

Skoch señaló que esta sección en particular podría causar confusión, porque “se queda corta al aclarar y condenar” la pornografía.

El libro también menciona brevemente la homosexualidad, afirmando que la “experiencia gozosa del amor divino” no necesariamente “me liberará de todas mis debilidades psicológicas” y usa el ejemplo de que “un homosexual (no) necesariamente dejará de serlo”.

Luego cita el Catecismo de la Iglesia Católica, que establece que la imputabilidad y responsabilidad de una acción pecaminosa podrían disminuirse o incluso anularse en algunas circunstancias, como la ignorancia, el hábito o factores psicológicos o sociales.

“Recordemos que la gracia de Dios puede coexistir con debilidades y también con pecados, cuando hay un condicionamiento muy fuerte”, dice Fernández. “En esos casos, la persona puede hacer cosas que objetivamente son pecado, pero no ser culpable, y no perder la gracia de Dios ni la experiencia de su amor”.

El P. Petri dijo que esto “podría ser cierto con cualquier tipo de vicio sexual”, pero agregó que eso “no es una excusa”. El sacerdote indicó que la adicción podría mitigar o eliminar la culpabilidad en los pecados sexuales, pero que se debe trabajar para prevenir esa adicción.

El libro no figuraba en la lista oficial de publicaciones de Fernández que difundió el Vaticano, cuando el Papa Francisco lo nombró al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, el hoy Cardenal dijo en una entrevista con la agencia de noticias española EFE que el Pontífice sabía de la existencia del libro.

“Sabía que en medio de los temas polémicos podrían usar cosas viejas como este libro”, dijo Fernández. “Yo al Papa, cuando me propuso este cargo por segunda vez, le había dicho que esto podía suceder, pero él ya lo tenía claro y conocía también este libro”.

 

 

 

FUENTE: ACI PRENSA