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¿Comieron bien?

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El viernes 24 de noviembre, circulaba un vídeo donde podemos apreciar como un ciudadano, al cual no se le ve el rostro, increpa a Diego Fernández de Cevallos, excandidato a la presidencia de la república en 1994, luego que éste terminara de tener una armoniosa comida con Romero Deschamps y dos exgobernadores priistas. El hombre, con notable rabia, le pregunta amablemente: “¿Comieron bien? Porque 50 millones de mexicanos no”. A lo que el jefe Diego responde, con un notable desdén, “Así es esto”.

Y sí, así es esto. Hace tan solo unas semanas, éramos testigos de cómo el ingreso anual de los senadores iba a ser de 89 mil 459 pesos. Hoy nosotros somos los sujetos a quienes se les aumentará el salario, la diferencia es que, nosotros ganaremos 88.36 pesos desde el primer día del próximo año. Peña Nieto celebraba este “logro”, catalogando el aumento salarial como una remuneración digna y justa.

Lamentablemente, no es digna ni mucho menos justa pues, como afirma el coordinador de proyectos estratégicos del Colegio de Economistas del Estado de Michoacán, Heliodoro Gil Corona, el aumento resulta insuficiente para sobrellevar los costos e inflación de productos y servicios durante el presente año.

Mientras tanto, según los datos ofrecidos por el ranking de SMI (Salario mínimo interpersonal), México se encuentra en el lugar 79, es decir se ubican entre los países con menor salario mínimo de los 97 que conforman la lista.

Todo esto sin mencionar nuestro contexto. Un México donde el 43.6% de la población vive en pobreza, es decir no tienen los ingresos suficientes para comprar los alimentos que necesitan, pero, así es esto. Mientras una minoría se pregunta “¿Qué comerán mañana?”, la mayoría se cuestiona si comerán mañana, esa es la bipolaridad que vive nuestro país.

Lo cierto es que nos han sometido a la humillación del engaño, cuando levantan la voz diciendo que el aumento al salario mínimo es para que podamos tener una vida justa y digna, entonces trabajamos 8 horas diarias, 5 días a la semana durante un mes, y sigue sin alcanzarnos para llevar alimento a nuestro hogar.

El salario mínimo, de 88.36 pesos, todavía queda muy lejos de lo establecido en nuestra constitución cuando menciona que “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social, y cultural, y para proveer a la educación obligatoria, de los hijos”.

Hoy solamente nos preguntamos, ¿Cuándo comeremos bien?, ¿Cuándo viviremos bien?