Merece especial mención la iniciativa de reforma laboral del PRD y la UNT, que fue presentada por Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas. Es una propuesta que tampoco representa una iniciativa clasista, pues hace suyos conceptos neoliberales como el productivismo, la flexibilidad y la subcontratación; pero, sobre todo, la iniciativa hace el juego al gobierno que busca la aprobación de una nueva ley del trabajo, sin que hayan sido consultados y tengan capacidad de decidir los principales afectados. Al final, el engendro que resulte de la negociación —le llaman trabajo legislativo—, entre las propuestas del PAN, el PRD y el PRI, el resultado será nocivo para los trabajadores.
Nuestra oposición a la contrarreforma laboral que se prepara no quiere decir que los socialistas reivindiquemos la actual ley del trabajo como lo más favorable para los trabajadores, pues aunque en ella están plasmados derechos como la huelga, la jornada de 8 horas o la estabilidad en el empleo, entre otras conquistas emanadas de la lucha revolucionaria iniciada en 1906 por los mineros de Cananea, también en ella se otorga el derecho a los capitalistas para obtener sus ganancias de la explotación del trabajo, se obstruye el derecho a la libre organización y se brindan las herramientas para limitar las conquistas obtenidas, por ejemplo, se establece un apartado “B” en el que se niega el derecho de huelga a los trabajadores al servicio del estado.
De la profundización de la lucha de los trabajadores y el pueblo resultarán nuevas conquistas y la recuperación de otras arrebatadas, como el derecho de huelga para todos los trabajadores sin excepción, las pensiones y jubilaciones dignas basadas en un régimen solidario, el seguro al desempleo, una justicia real para los trabajadores libre del control gubernamental y empresarial, el ejercicio pleno de la libertad sindical, la prohibición de la subcontratación, la prohibición de la discriminación contra las mujeres, las personas con capacidades diferentes o preferencias sexuales diversas, entre otras.
Hoy está planteada la lucha por la defensa de los derechos adquiridos y para detener esta contrarreforma será necesario también enfrentarse a esos falsos dirigentes sindicales, que sólo velan por sus parásitos privilegios y sirven a los intereses del patrón. Habrá que organizarse desde abajo, exigir a los líderes la convocatoria a asambleas o realizarlas por la iniciativa de los trabajadores que estén dispuestos a luchar, para acordar las acciones para enfrentar este ataque.
A propósito del movimiento del SME, de los mineros en huelga y los profesores democráticos de la CNTE, hemos insistido en la necesidad de hermanar estas con otras luchas obreras y populares como el camino para llegar al triunfo. En este caso, esto cobra gran importancia. Si no somos capaces de tejer redes entre electricistas, maestros democráticos, mineros, defensores de derechos humanos, mujeres, estudiantes y personas sin organización pero dispuestas a movilizarse, difícilmente lograremos parar al gobierno calderonista.
La movilización del 1 de mayo debe marcar el inicio de la lucha decidida para derrotar la embestida de los patrones y los partidos en contra de la clase trabajadora mexicana. Es importante que las y los trabajadores salgamos a la calles a exigir que no pase la reforma. La CNTE ha decidido impulsar un paro nacional indefinido en el sector educativo para enfrentar la contrarreforma. Todos los trabajadores deberíamos secundar a los profesores democráticos, particularmente las organizaciones independientes que se han definido contra la reforma. Debemos paralizar el país, lograr una gran movilización que derrote al gobierno y a los empresarios.
