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El 4 de julio, del “No se olvida” al “Sí se olvida”

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Parece que el 4 de julio dejó de ser importante para los yucatecos que fueron víctimas de la golpiza oficial por oponerse a la construcción de la glorieta bautizada como “el paso deprimido”.

Han transcurrido 12 años desde aquel fatídico y sangriento día, que sacudió a la Ciudad de Mérida hasta sus entrañas.

12 largos años que parecen haber borrado todo dejo de tristeza, indignación y sed de justicia.

Atrás parece haber quedado el reclamo de miles de ciudadanos que sufrieron una salvaje paliza a manos de pandilleros, rufianes y mal vivientes patrocinados por el aparato oficial del gobierno de aquel entonces.

En la actualidad, los responsables de aquellos hechos violentos gozan de una amplia impunidad. Incluso, el autor intelectual disfruta el cargo de presidente del partido político, que en esos momentos gobernaba el estado. Gaspar Quintal Parra, señalado por ello, ni se preocupa. Hoy tiene el respaldo de la cúpula priísta y hasta de un sector del actual gobierno del estado.

Cosa incomprensible, inaudita e insólita es, que golpeadores y golpeados ahora sean aliados.

Sí, priístas y panistas son grandes aliados en el plano político electoral. Afirman que juntos y solo coordinados, pueden vencer al movimiento de la 4T. Tremendo argumento.

Lo que no se entiende es cómo el PAN, que tanto condenó la violencia ejecutada por el PRI, ahora transite por caminos “democráticos”, tomado de la mano del autor intelectual de aquella sangrienta e inhumana golpiza, que ha puesto al tricolor al servicio del blanquiazul.

Siempre pensé que el 4 de julio sería insuperable para los yucatecos. Y que a pesar de que hubieran encarcelado a los responsables, nada haría olvidar el hecho terrible.

Pero me equivoqué. Todo se olvidó y pasamos del escandaloso dicho “el 4 de julio no se olvida, al 4 de julio, sí se olvida”.

El PAN dejó pasar la oportunidad de hacer justicia, los yucatecos han sido víctimas de la violencia y víctimas de la vergüenza e indignación que causa la impotencia de ver cómo se premia a los corruptos y salvajes golpeadores.

Algo deben hacer los ciudadanos para devolver a Yucatán la congruencia. Porque no se puede olvidar y mucho menos pasar por alto este histórico y terrorífico hecho, que marcó la vida política del estado, dejando una profunda herida que no ha cerrado, ni cerrará jamás, a pesar del contubernio entre bandos.