El Jefe Diego, hombre grandes polendas, de oficio el que más, artífice del arribo del PAN al gobierno de la república, forjador de un estilo de vida política que ha marcado a la nación los últimos 25 años; el mismo que estuvo secuestrado desde aquel 22 de mayo, cuando el presidente Felipe Calderón aseguró que al final, todo estaría bien y el político panista estaría de regreso sano y salvo. Hoy, liberado, el ex candidato presidencial en su turno al micrófono, hizo gala de un gran discurso político lleno de malicia y astucia.
Primero.- Agradeció a Dios, a la Virgen y a todos los que estuvieron siempre a su lado.
Segundo.- Condenó el clima de violencia que hay en todo el país y clamó por un Estado de Justicia.
Tercero.- Puso su caso al mismo nivel de importancia que la de la mujer asesinada en Chihuahua frente al palacio de gobierno, y recordó los crímenes del candidato a gobernador de Tamaulipas, el del alcalde de Monterrey, las tragedias de Ciudad Juárez, las muertes de víctimas y los más de 30 mil asesinados por la ola de violencia que dijo “debe parar”.
Cuarto.- Dejó muy en claro que su plagio fue por motivos políticos, y no solo económicos. “Diferencias ideológicas los motivaron, no están de acuerdo en cómo se conduce al país”.
Quinto.- Y anunció “no vivo para vengar agravios, sino para serle útil a México”.
El quinto factor sitúa al Jefe Diego en el centro de la política nacional. Es un salto del infierno a la vida política para desbancar a todos del interés público nacional.
Es, de facto, un gigantesco hecho que a pie a pensar en la posibilidad de que Diego Fernández de Cevallos asuma el liderazgo político, primero en el PAN, ahora que carece de liderazgos y luego en el plano nacional, terreno en donde el presidente Felipe Calderón está muy débil y desgastado.
Así pues, habrá que ver hacia dónde se dirige el “Jefe” Diego, porque el hombre no da un paso sin huarache.