Escuchamos voces varias que dicen, es mejor anular la boleta electoral a la hora del voto por que todos son iguales. Dos preguntas me saltan de la mente: ¿a quien dañamos con esa actitud negativa? ¿a los candidatos? Para nada. Dañamos a nuestro sistema democrático y a la consolidación del mismo que requiere mantener abiertos los canales de participación y despiertos los valores que le dan estabilidad a ese régimen.
La participación ciudadana debe estar sostenida por 3 grandes pilares: la responsabilidad, la tolerancia y la solidaridad.
Responsabilidad necesaria para afrontar la construcción y consolidación de la democracia. Tolerancia, para reconocer las diferencias de las diversas corrientes políticas del país, respetar las posiciones de las mismas y construir un diálogo para la reproducción de la democracia que evitaría la confrontación presente y futura. Y la solidaridad, por que va de la mano con la tan repetida democracia, de modo que este último valor es un esfuerzo de cooperación social para vivir mejor.
Es preciso señalar que la democracia debe de ser un régimen de igualdad y libertad para todos los seres humanos, sin distinción de clase social, raza o sexo, lamentablemente hoy en día en nuestro país, aunque se ha ganado un considerable terreno, solo llega a ser una simple aspiración y sólo es un privilegio de unas cuantas naciones.
Los procesos electorales y la participación ciudadana forman el núcleo básico del régimen democrático, que abarca, desde la formación de partidos políticos, la libertad de elegir de manera libre y secreta, el proteger los derechos de la mujer y permitirles sufragar, pasando por la creación de un árbitro electoral que regule, coordine y lleve a cabo el proceso electoral, así como sancione las conductas anómalas sucedidas en el mismo y procure la participación activa de la ciudadanía, tanto a la hora de votar como para ser funcionarios del mismo instituto electoral. Cuestiones que se tardaron años para darle un significado a la vida democrática de México.
La participación ciudadana es la pareja indispensable de la representación política. Ambas se necesitan mutuamente para darle significado a la democracia. La primera es vital para integrar la representación de las sociedades democráticas a través del voto, pero una vez constituidos los órganos de gobierno, la participación se convierte en el medio privilegiado de la sociedad civil para hacerse presente en la toma de decisiones políticas.
Quiero culminar haciendo hincapié de que si la condición básica de la democracia es que el poder dimana del pueblo, la única forma cierta de asegurar que esa condición se cumpla reside en el derecho al sufragio ciudadano. Ser ciudadano, en efecto, significa poseer una serie de derechos y también una serie de obligaciones sociales. Pero ser ciudadano en una sociedad democrática significa, además de lo antes descrito, haber ganado la prerrogativa de participar en la selección de los gobernantes y de influir en sus decisiones.
En nuestra conciencia y manos está nuestro futuro. Participemos en la vida democrática de nuestro México.
Lic. Rafael Rodríguez Méndez estudiante de Maestría en Derecho Constitucional y Docente.
