Inicio Análisis político Alejandro López Munguía Por los suelos, el ánimo de los yucatecos.

Por los suelos, el ánimo de los yucatecos.

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La crisis que viven los yucatecos por la Pandemia del Coronavirus Covid-19 ha trastocado su ánimo, al grado de que en el ambiente se percibe una creciente desconfianza principalmente hacia las autoridades que parecieran estar rebasadas por la situación.

En su mayoría, los yucatecos han obedecido las disposiciones tendientes a cuidar que el contagio no se propague, pero mientras ellos han puesto de su parte, pareciera que los esfuerzos de las autoridades por garantizar atención médica, amplia y efectiva, no es suficiente.

En aras de atender el diagnóstico del posible contagio, se ha sacrificado a miles de pacientes de otras enfermedades (corazón, riñones, cáncer, lupus, asma, etc), dejándolos sin atención médica y sin sus medicamentos de control. Pero, ojalá y el esfuerzo estuviera resultando efectivo al 100% porque no es así, pues las quejas son generalizadas por parte de médicos y enfermeras que dan cuenta de la carencia de recursos y de equipo para hacer frente a esta crisis que no tiene para cuándo terminar. El sistema de salud está colapsando.

El problema se agrava por la pérdida de miles de empleos, el cierre de empresas de todos los tamaños, y de los comercios informales. La población debe seguir cumpliendo con sus obligaciones impostergables como el pago de los servicios públicos y sus compromisos legales particulares. La gente aunque no labore y por ende deje de percibir ingresos, debe pagar puntualmente los servicios públicos como el consumo de la luz eléctrica, el agua, el teléfono, al igual que mantener vigente su historial crediticio pagando sus créditos de casa, de automóviles y de otros bienes que ya son indispensables en las familias, como colegiaturas, rentas de celulares, los alimentos, insumos, etc.

Patético fue ver la postura del director de la CFE, Manuel Bartell Díaz, sentenciando a los mexicanos a pagar sin retraso su recibo de luz, pues de lo contrario, se procederá a corte. ¿Es que acaso no podría diferir el costo de haber consumido luz durante esta cuarentena hasta diciembre?. La gente está en el dilema de “paga su luz o come”.

Un gran respiro para la actividad económica representaba la posible inyección de 1,728 millones de pesos para construir obra pública que pretendía el gobierno del estado, pero la oposición en el Congreso, integrada por el PRI y Morena, negaron tal posibilidad. El motivo está claro, los sacrificados resultaron los yucatecos de a pie, los que no ganan los jugosos sueldos que ganan los legisladores, al igual que las empresas que generan los empleos con los que se reactiva la economía. Con un ejemplo se entiende mejor el asunto. Veamos, una empresa que construye obra pública, un tramo de carretera, necesita de obreros, esos obreros al cobrar inyectan dinero a sus familias, dinero que sirve para comprar carne al carnicero, verduras, huevos y aceite al tendero, ya tienen para pagar su luz, comprar su gas, ponerle crédito a su celular, y otras cosas más. A su vez, el carnicero ya tiene dinero para pagar la carne y pedir más, pagar su luz, pagar a su ayudante; el tendero tendrá dinero para comprar más mercancía, pagar a sus ayudantes, y así sucesivamente se va creando un círculo virtuoso de la economía. Así se reactiva. Pero no habrá esa posibilidad porque la oposición se negó a jugar en equipo con el gobierno del Estado.

El resultado de la falta de unidad política es el desánimo social.

En Yucatán priva el “sálvese quien pueda”. Penosa condición que en pleno siglo XXI no debiera estar pasando. Pareciera que tanta democracia no es recomendable para la salud y menos para la economía del estado y del país. Tristemente vemos como el gobierno federal se cierra en su línea de diálogo con los estados donde su gobierno es de oposición. No hay unidad nacional, porque existe una marcada presión para centralizarlo todo y sin reserva.

Todo tiene un tinte electoral, y por tanto, intereses que nada tienen que ver con los de la población. Todo se pervierte por las formas y el fondo político.

Lo peor es que del lado del pueblo ya no caminan los políticos “con convicción de servicio”. Esos no están disponibles. En estos momentos de angustia se fueron, prefirieron guardarse para el 2021 y el 2024. No les importa que la gente esté padeciendo por hambre y por falta de empleo.

“Solo el pueblo puede salvar al pueblo”, dice el mandatario mexicano, y no se equivoca. En esta Pandemia, el pueblo seguro se va a levantar del suelo teniendo pleno conocimiento de las cosas y sobre todo, de las personas, mejor dicho, de los políticos que aparecerán muy pronto en escena para pedir el voto a su favor o para sus partidos políticos, pero que andan escondidos a pesar de haber vivido del erario por años y amasado grandes fortunas desviando el dinero de los programas sociales o haciendo negocios al amparo de la gran corrupción que lasceró a Yucatán en el pasado.