Inicio Análisis político Alejandro López Munguía Rommel Pacheco… político NON GRATO

Rommel Pacheco… político NON GRATO

1681

 

La desgracia de Rommel: político non grato.

 

Si Rommel Pacheco pensó que “brincar” a Morena sería la “jugada maestra” de su vida, se equivocó. Y es que, el calculo falló, pues en el PAN lo condenan y en Morena, los morenistas lo repudian. Definitivamente se ha ganado el repudio de propios y extraños, al demostrar una nula moral en su actuar político.

En la realidad, ha sido declarado un político non grato. Descuidado, sin oficio político y faltando a la lealtad mínima que la ética consigna, el deportista yucateco que obtuvo del PAN la oportunidad de su vida, ganó la diputación federal por el distrito III, con sede en Mérida, en la elección del 2021, confabulándose con el PRI para ganarle a Morena, pretende cambiar de bandera como de traje de baño, salir victorioso y en hombros de aquellos a los que hace poco despreció y los consideró sus enemigos.

Lo que pretende Rommel significa una burla ofensiva para los fundadores de la Cuarta Transformación.

Rommel nunca supuso que el clavado que daría, sería en una piscina llena de pirañas. Se lo están comiendo vivo.

No sé si Rommel entienda lo que está pasando. En Yucatán, ningún morenista lo ha recibido con bombo y platillo. Por el contrario, solo agravios, descalificaciones, insultos, agresiones y burlas ha recibido.

Una foto con Claudia Sheibaum no ha sido suficiente para darle a los morenos yucatecos la certeza de que el clavadista, convertido en político, no es un oportunista, un vil y vulgar “chapulín”.

Porque si de algo están hartos los fieles morenistas, es de recibir a tanto “chapulín” que tiene la osadía de  asumirse “morenista” para ocupar un cargo, algo que el propio amlo condena en su prédica diaria.

¿Y qué gana Morena con el arribo sorpresivo de Rommel Pacheco?. La verdad nada positivo. En medio del sorpresivo suceso, en diversos grupos morenistas de whatsapp y de redes sociales, el rechazo, la repulsión y el agravio hacia su persona está más que presente.

El hombre no cuenta con estructura territorial, pues la que lo llevó a la victoria en el proceso electoral del 2021 es del PAN.

Lo que no midieron, los que promovieron el brinco de Rommel, es que han mancillado el espíritu del Movimiento de Regeneración Nacional. ¿Qué sabe este joven clavadista de ello?, ¿conoce siquiera la historia de su fundación?, ¿ha declarado su amor hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador al que se opuso desde la cámara siendo parte de la trinchera de la derecha?.

Rommel es carne de cañón. Lo peor de todo es que ha quedado en evidencia por su desmedida ambición. Su hambre de ser algo en la vida lo ha llevado a asumir que es más famoso que el “gordito” Marín; más importante que el propio Gobernador Mauricio Vila; más grande que Huacho Díaz y Verónica Camino juntos; más luminoso que Rogerio Castro; más ganador que Cecilia Patrón Laviada.

Rommel no posee oficio político. Pasó de noche por la Cámara de Diputados, a la que usó como pista de aterrizaje para arribar cual ruin usurpador a la trinchera Morenista. Seguramente ni siquiera se enteró que el PAN tiene estatutos y que su ideología se cimenta en la lealtad y fortaleza de principios inviolables para los buenos mexicanos.

A Rommel nunca le importó el PAN. Traicionar a quienes le dieron todo, le resultó fácil. Sobre todo, cuando le negaron el capricho de ser candidato a Gobernador; o a Presidente Municipal, o a un dinero que aseguran los que saben de ello, rondaba los 35 millones de pesos. No sé si sepa que en Morena no operan de esa forma.

La marca de Morena es tan poderosa, que no se entiende la llegada del clavadista al Movimiento.

Se especula que Rommel será el candidato a la presidencia municipal de Mérida por Morena, con lo que aspiran a sumar miles de votos. Lo cierto es que las primeras reacciones son contrarias. Ni los panistas lo seguirán, ni los morenitas lo aceptan.

Su nombre está manchado y el desprestigio se ha convertido en el sello de su existencia política.

Nadie le acepta que “olímpicamente” haya mordido la mano que le dio de comer.