En casi todos los programas escolares se contempla la asignatura de Historia como una imprescindible en la formación del saber estudiantil. Ahora bien, son muchos los docentes que se limitan a obligar al alumno a memorizar una serie de nombres y fechas, con la intención de que estos datos se guarden en la mente del pupilo. En múltiples casos, el estudiante reproduce la información con éxito al momento de presentar el examen para aprobar la materia, pero al poco tiempo olvida el contenido de los textos didácticos. Entonces, resulta que aparentemente el estudio de la Historia es aburrido y se genera una animadversión entre los jóvenes hacia el deber de aprender sobre eventos que ya han ocurrido hace demasiados años, así como de conocer la vida de personajes ya fallecidos décadas atrás.
Claramente, el problema radica en la falta de habilidad pedagógica de determinados profesores, pues la Historia como otras asignaturas, debe despertar la curiosidad inherente en los alumnos por descubrir lo fascinante. Así, los maestros tienen la tarea de inspirar a los niños y adolescentes para que se interesen en la Historia como una ventana hacia el pasado, en busca de respuestas a las interrogantes e inquietudes más arraigadas. Cuando indagamos sobre el origen de las cosas y su evolución a través del tiempo, nuestro entendimiento se agiliza. Quien conoce su historia, tiene la posibilidad de construir un mejor futuro, tomando mejores decisiones en el presente. No se trata meramente de números y nombres propios, sino de revelar la verdad de los hechos. De este modo, es enriquecedor buscar las huellas que ha ido dejando la humanidad en su recorrido por la existencia. El aprendizaje es inmenso y nos da un sentido de identidad, pero también nos motiva a trabajar por dejar nuestra propia huella en el legado histórico.
Ha habido personajes célebres de cuyas historias podemos adquirir enseñanzas. Todos estamos llamados a trascender, pero la gente extraordinaria es la que tiene la determinación necesaria para dejar un impacto contundente en la sociedad que perdure a pesar del paso de los siglos. Leer sobre estos líderes es provechoso y nos motiva a imitar su ejemplo. Conocer de historia no solo nos hace más cultos, sino que de igual forma, nos hace más capaces de afrontar los retos que vienen por delante.
