Inicio Análisis político Enrique Vidales Ripoll ¿No que la familia papá-mamá no es la única familia?

¿No que la familia papá-mamá no es la única familia?

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¿Se acuerda de Bibi, la niña que no es normal de la serie televisa Los Peluches?

Este papel fue interpretado por la actriz y cantante Regina Blandón, que hoy tiene 28 años de edad y está casada con el comediante Roberto Flores.

En estos días se dice que la pareja está separada y había una especulación de los motivos de esta situación, hasta que una filtración de una amiga de la pareja da a conocer que el engaño e infidelidad de Roberto que provocó la discusión y la posibilidad de que lleguen hasta el divorcio. El detalle es la infidelidad del hombre y con tercero en discordia que es del mismo sexo, por lo cual se concluiría que el comediante es bisexual.

¿Cuál es entonces el problema?

Regina Blandón había en tiempo atrás participado en un video para apoyar a la comunidad LGTB y más letras que le suman, que por consecuencia ocasionó un repudio de la comunidad en redes sociales y ella salió a defender a capa y espada la diversidad de familias y el respeto que se les debe de tener.

Entonces ¿cuál es el problema de que se pueda integrar a la relación otra persona y se viva en plenitud lo que dicen es un valor cultural la práctica de la sexualidad con libertad y plenitud?

¿Por qué encerrarse en una postura tradicionalista?

¿No se está discriminando y faltando el respeto a la preferencia u orientación de Roberto Flores que tendría el derecho de practicar su bisexualidad sin que los parámetros de la sociedad tradicionalista le imponga otros ajenos a su “naturaleza”?

Alguien podría argumentar que el tema de la separación fuese el engaño. Vale la pena decir que no sería ni la primera ni la última pareja que se perdonarán una infidelidad. Si el tema es que el engaño fue con otro hombre, entonces no ser estaría respetando el ejercicio libre de la sexualidad. No se podría ir en contra de la naturaleza, de la preferencia, ni imponer un parámetro cuando se dice que la diversidad es cultural y normal.

Hace unos días se suscitó la polémica por la decisión de Mauricio Clark de dejar la homosexualidad en el pasado, reconvenir su conducta y cambiar su preferencia sexual, Inmediatamente la comunidad gay le reclamó la alusión a que la condición no es una enfermedad y por lo tanto no se cura. Algo que en verdad no dijo ni afirmó. Simplemente aludió al cambio de su preferencia, que como tal es una decisión personal y se debería entender como un ejercicio de la libertad sexual y cultural.

Pero es claro que la propia comunidad va contra los principios y valores que sostienen en la justificación que la sexualidad es un valor cultural, que como tal, no puede estar sometida por valores impuestos por la sociedad sino por el ejercicio de decisión personal. En ese sentido, tan válido es quién se define en algunas de las 21 variantes de comportamiento sexual donde la heterosexualidad es una más de ellas.

Pero parece que no hay congruencia y cohesión entre la defensa de la libertad sexual y las situaciones que se aplican a la vida cotidiana cuando afectan a uno.

Tan solo estos son ejemplos de cómo se actúa y se procesa la información de la sexualidad y la practica de su valor cultural.