AMLO todavía no ha tomado protesta como Presidente Constitucional y ya se siente como tal, me atrevería a decir que, incluso más que Peña Nieto, quien se despedirá por la puerta trasera.
El candidato electo ya empezó a dar los indicios que regirán en su mandato, o por lo menos es lo que prometió durante campaña, entre todas las cosas que ha hecho, dio a conocer la famosa “Austeridad Republicana”.
Con solo oír ese término, muchos integrantes de la clase política se espantaron y con escuchar en qué consistiría aquello, se quedaron con los pelos de punta. El plan de Austeridad que propone Andrés Manuel se resume en “terminar con los privilegios”.
Entre los 50 puntos que anunció, destacan: El recorte del gasto en propaganda; reducir el salario del presidente, así como de los altos funcionarios, nadie podrá ganar más que el primer mandatario; terminar con los privilegios de los funcionarios, tales como seguro privado, choferes particulares; vender la flotilla de aviones y helicópteros que están a disposición del gobierno federal; eliminar al “Estado mayor presidencial” que ahora será parte de la SEDENA.
Muchas personas, incluyéndome, aplauden estás medidas, otras, por su parte, las critican diciendo que son populistas, en el sentido peyorativo de la palabra, y de alguna manera, es cierto. Todos los puntos que incluye AMLO en su plan se inclinan al populismo, es preciso aclarar que uso este término no en sentido peyorativo, sino haciendo alusión a esa corriente de la filosofía política que une los derechos de los ciudadanos en la lucha contra la élite privilegiada.
Sí, los puntos que ha anunciado López Obrador son las exigencias del pueblo que, por mucho tiempo, se mantuvo en el olvido. El próximo mandatario sabe que es ahora el gobierno quien debe apretarse el cinturón y no la ciudadanía.
Y aunque hay muchos puntos muy buenos, hay otros que generan dudas, por ejemplo, y solamente por citar uno, la desaparición del “Estado Mayor presidencial”, ¿Quién protegerá al Presidente? AMLO ha dicho que lo protegerá la ciudadanía, pero dejar en manos de esta, la seguridad del personaje político más importante de México, es muy temerario.
¿Vale la pena arriesgar la vida del Presidente con tal de ahorrar cierta cantidad de dinero? En mi opinión, no. Aunque la perspectiva cambia si es por un motivo electoral, para ganar simpatías o afianzar las que ya tenía.
El gobierno entrante está dejando en claro a qué va a jugar durante su sexenio, lo cual parece ser, el cambio que México tanto esperaba y demandaba, sin embargo, es precio recordar que todavía no ha tomado posesión, por lo tanto, no sabemos si realmente cumplirá lo prometido. Pero AMLO sí ha dejado algo en claro, no será como los demás presidentes, aunque, nadie sabe si eso será bueno o malo.
