En la menta de los ciudadanos están presentes las declaraciones del entonces diputado local, Elias Lixa, del PAN, quien criticó fuertemente al gobierno del estado presidido por Rolando Zapata Bello, por pretender aplicar el reemplacamiento vehicular, a dos años del cierre de su mandato.
El 15 de diciembre del año 2016, en la sede del Congreso, Lixa dijo “estamos ante una situación compleja, por un lado celebro que en el dictamen esté incluido lo de Acción Nacional sobre disciplina fiscal; pero, por otro lado, lamentamos el cobro escandaloso por (el reemplacamiento de) las placas, pues representa un aumento del mil 488 por ciento, que, en términos coloquiales, no es más que un atraco, es un abuso”.
Las fuertes palabras del político yucateco en aquella época, cuando su partido era oposición, se volvieron un aliciente para una ciudadanía golpeada por la situación económica, mermada desde ese entonces. Sin embargo, ahora que su partido es gobierno y el actual gobernador es del PAN, guarda silencio, aún y cuando la situación económica está más deteriorada que en los tiempos pasados.
Un silencio cómplice, aterrador. No hay necesidad de analizar su conducta. Los hechos hablan por sí solos.
Queda claro pues, que ningún político debe pensar que “esto a mí no me va a pasar”. La vida da muchas vueltas.
Lo conducente es que el político panista, actual diputado federal, haga una declaración fijando su postura, la cual hasta ahora no conocemos, tal vez tenga un recurso que nos haga entender las razones de su proceder ayer y su proceder el día de hoy. ¡Vaya dilema!. Y ya se acercan las próximas elecciones.
