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Los Buenos Días afectan a nuestro organismo dependiendo de la época del año

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¡Muy buenos días!

¡Ojalá tenga usted un gran día!

¡Qué el éxito le acompañe a usted hoy!

Expresiones que parecen que son parte del museo lingüístico, parte de una historia pasada y de un tiempo lejano.

En el tiempo moderno, dominados por la tecnología que parece en muchas ocasiones enajenante de la interacción social, nos enfocamos más a sumirnos en los medios y mundos virtuales. Así como también, en el contexto de una interconexión cada vez más global nos sometemos a esos cambios de horario de verano e invierno en donde se modifican las horas, ya sea para aumentar o quitar según sea el caso.

Hay quienes consideran que este cambio de horario obedece más a intereses económicos para ajustarse al tiempo de otras naciones y así mantener el intercambio comercial en un mismo parámetro de tiempo.

La justificación en nuestro país es que la medida permite un ahorro en el consumo de la energía eléctrica. Pero esto nunca lo hemos visto reflejado en el pago de la electricidad que se debe cumplir ante la empresa energética. Inclusive, si aplicamos el sentido común, lo que en una hora de la mañana al despertar con luz natural no se enciende determinadas luces de la casa, al final en la noche se tendrá que adelantar su encendido. Y viceversa, si en la mañana requerimos de luz eléctrica, lo más seguro es que en la noche se encenderá más tarde. Una balanza en el consumo que mantiene el flujo normal de la energía eléctrica. Por lo cual, hay quienes sostienen que nunca se capitaliza un ahorro real en el consumidor.

Otro detalle que igualmente se critica ante la proximidad de un cambio de horario verano – invierno son las consecuencias fisiológicas de adelantar o aplazar una hora de sueño. Un tema que se convierte en molestia cuando se trata de despertar una hora más temprano. A lo largo de ese día el cansancio, la somnolencia y la fatiga aumenta, por la percepción de que no se ha cumplido de manera efectiva y responsable con la cantidad de tiempo suficiente y satisfactorio que hace al dormir un espacio de descanso y relajamiento.

Más allá de los inconvenientes y las características del mundo moderno y su interconexión con las redes sociales, no podemos perder la naturaleza social de la humanidad. Es decir, que por encima de las consecuencias económicas y fisiológicas debemos mantener los individuos el contacto directo con nuestros pares en la interacción social. No podemos ser presas del tiempo. No dejemos de ser humanos íntegros.

No hay nada más reconfortante para uno recibir unos “buenos días” de forma directa y personal o los Bueno días grupo en la interacción electrónica, sin importar si uno está bien descansado o no. Eso nos levanta el ánimo, nos refresca la mente y nos consuela ante cualquier dificultad que estemos pasando en ese momento.

Es reafirmar nuestra existencia y presencia ante los otros. No importa si es de manera física o por medio de una red social. Decir “buenos días” es más que una fórmula o formulismo convencional para no parecer mal educado. Los seres humanos no somos entidades solitarias. Al final todos necesitamos de otros para cuidar, procurar y garantizar la satisfacción de las necesidades personales.

Así que vale la pena intentar buscar la interacción entre nosotros dentro de una comunidad.

Hagamos de este mundo un lugar especial para nosotros.