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Pastores que huelen a ovejas o sobre los frutos del buen pastor

Psicóloga Deya Álvarez.

Había una vez en un sitio no muy lejano, cuya realidad superaba la ficción, una comunidad de cristianos que motivados por la búsqueda genuina de Dios, comenzaron a congregarse con fe y esperanza en una congregación de las múltiples que existen en la actualidad. No les importó la denominación, pues poco sabían de esas humanas divisiones, ellos simplemente tenían hambre y sed de la palabra de Dios, de Jesús y de que el Espíritu Santo obrara en sus vidas, pues aunque no podían ver, creían… Poco imaginaban la serie de situaciones por las que tendrían que atravesar en ese trayecto hacia ser cristianos maduros en la fe, discerniendo qué proviene de Dios y qué del hombre. Al inicio, todo marchaba de acorde a lo señalado por la biblia: en amor, perfecta armonía, con confrontación del pecado y un continuo llamado a caminar en santidad, ya que se había grabado en sus corazones que: “La obediencia trae bendición”. Sin embargo, se dieron cuenta conforme pasaba el tiempo que existían conductas algo extrañas, incongruentes, que les lastimaban en vez de edificarlos, y si se atreviesen a opinar o pensar diferente, aunque con sustento bíblico y respaldo de Dios, el que no hace acepción de personas, serían no sólo señalados sino puestos “en la banca”, tildados como rebeldes, condenados al infierno, vistos como la misma encarnación del mal, o bien, tenderían a ignorarlos colectivamente como una respuesta defensiva ante el estatus quo de lo que tiempo después entenderían que era un pensamiento y actitudes sectarias, y no una verdadera comunidad cristiana, en amor, con justicia no parcial y subjetiva, y enfocada en el crecimiento genuino, de raíz, de cada uno de sus miembros.

La envidia, la hipocresía, la sonrisa fingida pero un corazón con maldad, lleno de prejuicios y orgullo espiritual, que a leguas se notaba para el buen discernidor, eran comunes. La envidia, les hacía tener “en la banca” so cualquier humano pretexto (cuando de justificar la postura de superioridad se trata, cualquier pretexto es bueno), a sus mejores jugadores, y les daba orgullo señalarlo: “En mi iglesia, así son las cosas”. La pregunta es ¿En el reino de Dios, así serían?, ¿Hace acaso Dios acepción de personas, se complace en inutilizar adrede a quien es útil?, ¿Está bien manipular con argumentos radicales, y desestimar visiones distintas, infravalorando, pero portándose “bien con otros”, constituyéndose así un doble juego, una doble moral, un pastoreo sin olor a oveja?. Humillarlos manteniéndolos a raya, hablar a espaldas dando indicaciones o información sobre alguien sin estar presente fomentando un prejuicio insano sobre ellos, tenerlos como “ejemplo” ante otros para sentir poder, y la subordinación a cualquier costo, incluida la propia integridad de las ovejas con criterio, son manifestaciones de violencia religiosa combinada con psicológica, del tipo “agresión pasiva” pues no se confrontaba de manera honesta y directa (asertividad), sino que era siempre, a espaldas, con bajo perfil. La manipulación psicológica, el excesivo uso de métodos de control a través del discurso con indirectas, era común, aunque velada, y disfrazada de “aparente bondad”, parcializada y a conveniencia; no con todos, con algunos, y con una tendencia subjetiva al cien por ciento de querer siempre “quedar bien”.

El buen testimonio que muchos pastores piden, pero ellos no brindan, si tú lo tienes, y además cuentas con un gran potencial dado por el Señor (como todos tenemos), puede ocurrir que te pongan por inseguridad y falta de amor, respeto y conocimiento de quién eres como persona, pues no huelen a oveja, muchos “peros” para levantarte y alentarte en el camino de Dios. Peros, que según aluden a un mal testimonio, cuando por el contrario, son un excelente testimonio del amor por la verdad, lo justo, lo correcto y los derechos de las personas a una vida libre de violencia, como por ejemplo: brindar su derecho de réplica a una mujer que sufría violencia por parte de un pastor, o decidir no ser parte de una marcha a favor de una causa en apariencia buena, pero con tintes políticos, o bien sin ellos, pero tu simplemente no querías, y obligarte sería coacción, respondiendo a tu libre derecho de decir que no, con un: ahora “yo no doy una conferencia”, pero era tal el nivel de sometimiento al humano y no a Dios, que el erróneo sentimiento de culpa siempre recaía en uno mismo, para volver a ganar aceptación (falaz, efímera, parcial), y jamás en quien dirigía, el mayor responsable. Esa situación, definitivamente no era de Dios, Él no quiere que nos violenten o bloqueen, sino que nos alienten, siempre y a cada instante, a ser luz en oscuridad. El caso es que en ese ambiente, jamás se avanzaría en los propósitos de bendición que Dios tiene para la vida de todos los que le aman, no incluyendo estos, el estar calentando banca porque el humano decide ponerte como contra ejemplo sin motivos más que su propia incapacidad de liderar potenciales que quizá lo opaquen o porque se cree más espiritual que el resto y perdería “poder” al manifestarse que en los asuntos de Dios hay una conexión justo como la cruz: vertical en nuestra relación con Dios y horizontal en cuanto a nuestros hermanos. La mies es mucha y como líderes verdaderos, lo más heroico es abrir paso a los demás, no cerrárselo, pues somos parte del mismo equipo.

Existen innumerables argumentos religiosos dañinos para las personas, con las cuales los que se dedican a pastorear sin llamado de verdad, pueden lacerar  no sólo la dignidad de las personas, sino su derecho a una vida libre de violencia en cualquiera de sus formas. Suelen hacerte sentir que lo que digas o hagas, puede ser usado en tu contra, pues ya se tiene un prejuicio y se tenderá a mal interpretar todo de acorde a sus fallidos lentes de crítica (pasiva, silenciosa, pero letal). Si tienes una visión distinta de la realidad y la expresas con inteligencia, educación y conforme a derecho: “Tienes amargura”; si eres emprendedora o emprendedor: seguro hay un “espíritu de Jezabel”; si tus padres sufrieron alguna adicción o problema: “Ya estás fichado…ya que las maldiciones generacionales, hay que cortarlas, pues la iniquidad se transmite de generación en generación”, lo cual es falsa doctrina, pues Jesús murió en la cruz por todas las iniquidades, y con su sangre estas fueron lavadas, así que ese tipo de argumentos sólo infunde temor a la gente, no de Dios sino del hombre que las expresa para sus fines, que no conducen a la libertad que da el conocimiento de la verdad que es Cristo Jesús y la palabra de Dios. Los congregantes, sabían en su espíritu, que algo dañino se encontraba en ese ambiente aunque lo negaran, pues ya muchos se habían ido también, pero paradójicamente, al ser ellos los diferentes, los malos siempre terminaban siendo los que veían áreas de mejora, mientras eran puestos como ejemplo ante toda la congregación, de lo que “no se debe hacer”, pasando por encima de su dignidad y derechos, que muy poco le importaban a quienes tomaban las decisiones, pero sí a Dios, quien todo lo ve, sabe, juzga y da la recompensa a cada cual. Algo raro había ahí adentro, aunque todo parecía “ir bien”.

De pronto, las ganas de buscar a mayor profundidad de Dios pudieron más, y sobreponiéndose a los argumentos intimidadores de algunos líderes de título más no de facto: “Uno debe quedarse en la iglesia donde nació”, combinados con otros llenos de orgullo del tipo: “Las puertas están abiertas, a nadie se le obliga a quedarse”, junto con un: “Si no piensas como yo, te estás creyendo Dios” que significaría justo lo contrario, que ellos se creen Dios, cuando deberían ser los más humildes, no sólo con algunos, sino con todos y a cada momento, justo como Jesús era, decidieron que era momento de un cambio. Se atrevieron al fin, a cortar por lo sano con lo insano, pues cada vez que lo intentaban los argumentos les generaban un tipo de “culpa” que sólo se siente en una secta, más no en una comunidad de amor, y probar nuevos horizontes, aunque agradecieron las enseñanzas, más no el ejemplo en cuanto a un pastoreo de verdad: cercano, lleno de amor y amistad genuinos, no de apariencias que no trascienden en realidad. Gloria a Dios que precisamente Él los llevó a un nuevo ambiente, en donde no sólo se predicaba bonito, sino se predicaba con el ejemplo, pues una cosa es ser un buen maestro de la palabra, y otra cosa, muy distinta es: pastorear. Las palabras en el púlpito, ocasionales y sobre el papel, pueden emocionar y motivar, pero las acciones, pequeñas, de amor y servicio a las ovejas, convencen y hacen la diferencia. Si una oveja grita por tener hambre, el pastor es responsable de nutrirla, he ahí el sentido de su puesto. Hay niveles de madurez, sí, pero el más maduro debe ser el más atento a las necesidades y no juzgarse superior ni ver a los demás como subordinados, confundiendo autoridad delegada con autoritarismo, siendo esto un peligro psicológico latente para todos los que caigan en el engaño de que pensar diferente, es sinónimo de no estar en comunión con Dios, pues Él le habla a cada uno de sus hijos de manera única y especial, siendo la máxima referencia, la biblia y no la prédica de alguien que quizá no practica lo que enseña, o le falta madurar en esa área…

De acuerdo con la Universidad Teológica “Diakonia” del Instituto Tecnológico de Capacitación INTECA, en su módulo de Teología Pastoral, que actualmente estoy cursando, y agradecida estoy con Dios por esta valiosa oportunidad de crecimiento en el entendimiento de Su palabra, son varias las razones por las que algunos pastores fallan en el ministerio, siendo las principales, la falta de:

1.- Esmero en su trabajo: no orar, no buscar la sabiduría de lo alto, no preocuparse lo suficiente por ser siervos expertos en la palabra de Dios y en su aplicación cotidiana. Un pastor que no estudia y se prepara diariamente, brinda mensajes estáticos, estériles, sin contenido realmente nutritivo, y estaría pecando de orgullo espiritual.

2.- Visión espiritual: no ver sus posibilidades y oportunidades; no ver y no reconocer sus propias faltas y deficiencias; no notar las faltas en su iglesia, ni averiguar las causas de ellas; no descubrir las buenas cualidades de otros; no ver la grandeza de la gracia y poder de Dios; no comprender el carácter terrible del pecado y del infierno; no apreciar debidamente las glorias de la vida eterna y del porvenir que Dios ha preparado para sus hijos.

3.- Sabiduría: no saber tratar con sabiduría de lo alto a los distintos temperamentos y caracteres en la iglesia, y fuera de ella; ser irónico, sarcástico, irrespetuoso con las situaciones y vivencias de las personas; regañar demasiado en sus mensajes; lanzar indirectas adrede o como una defensa ante un ataque percibido desde el púlpito, siendo pasivo-agresivo.

4.- Oración: la oración en privado, es el secreto del éxito del ministerio en lo público. De rodillas ante Dios y de pie ante los hombres, esa es la clave. La falta de comunión con Dios, se notará en la falta de fruto del pastor, y las escisiones en su iglesia. No todos pueden “estar mal” y él estar bien. Eso es orgullo espiritual.

5.- Ética: tener deudas (paga lo que compras; si no puedes pagar, no compres); violación de la ley (chismografía, radio pasillo, aún entre líderes…peor).

6.- Moral: el pastor es una persona pública, con un liderazgo reconocido, y cualquier paso en falso, repercutirá de una forma mayor al impacto de la misma situación cometida por una oveja; no se les puede juzgar igual, ni se debería.  Se debe modelar con el ejemplo, no con la boca.

7.- Vida social: cerrazón a su propia forma de ver la realidad desestimando o minimizando la de otros, aun contando con sustento bíblico, pues todos lo podrían tener, y sacar un texto fuera de contexto para un pretexto, no es adecuado; debe ser ejemplo de amor, humildad y cercanía; su actitud debe modelar a Jesús, sin  creerse espiritualmente superior o nadie, ni ver como subordinados a los demás, al contrario, él debe ser quien lave los pies de las personas que le rodean. La verdadera autoridad se demuestra en el servicio, no en un púlpito.

8.- Púlpito: no sentir la pasión consumidora de predicar, y hacerlo con el ejemplo, más que cualquier otra cosa (1 Corintios 9:16); estar en una zona de confort, satisfecho, con orgullo espiritual o confiando en los dones; sentir indiferencia ante las almas perdidas, o bien, defendiendo “su postura o posición” ante personas que dejan la congregación, en vez de analizar cuál fue su responsabilidad en ello, y mejorar, demostrando madurez, sencillez y humildad; manifestar mucho de lo humano y poco de lo divino; presentar mucho su “yo” en los mensajes y servicio, queriendo brillar más que Jesús; hablar y/o escribir gramaticalmente mal; negar el llamado o profesión con su ejemplo de vida, siendo inadecuado; gastar mucho tiempo en trivialidades, dejando a un lado lo principal.

9.- Descuido durante la semana: faltas en el púlpito pues no ha preparado su corazón debidamente durante la semana, y porque ha descuidado su vida privada. El nivel espiritual que se ha adquirido y conservado durante la semana, determinará el fruto que se dará el domingo.

10.- Dominio propio: falta de auto-conciencia, auto-análisis, auto-examinación de sus propias faltas y errores, buscando chivos expiatorios que conduzcan a una argumentación simplista de lo ocurrido. Si el pastor “siempre está bien”, algo está mal, pues Dios es el que siempre está bien, y su palabra es la que vale, debiendo compartirse siempre ella con amor y con actitud humilde, para no ser címbalo que retiñe ni metal que resuena.

11.- Administración sabia en la iglesia: falta de cortesía, descuidos, “despistes” que pueden costar caro, déficit de planeación, y de sabiduría en cuanto a tiempos, movimientos y recursos tanto materiales como humanos, dando a todos el lugar idóneo para que todo florezca, tal y como es, la voluntad de Dios para su pueblo.

12.- Vigilancia sobre la grey: la mundanalidad que baja del liderazgo hacia las ovejas, pues el tipo de congregación es en muchas ocasiones, el reflejo del pastor; el modernismo y las sectas, con todo lo que ello implica, empezando por considerar como verdad absoluta la propia visión, tomando un fragmento bíblico para tratar de justificarlo, y percibiendo a todos los demás como “equivocados” o “hijos del diablo”.

13.- Respaldo por parte de los miembros: espiritual, moral y económicamente. Cuando existe un llamado a participar y no hay un involucramiento de las ovejas, casi no participan, algo está ocurriendo, y por lo general no son “ellas” sino el pastor y el liderazgo designado. Una actitud sabia, madura y humilde, llevará a la plena identificación de lo que ocurre, con las correspondientes maneras de solucionarlo, que por lo general, implican mayor cercanía con la grey, olor real a oveja, bajarse del púlpito, crear nexos saludables con todos los de la congregación, sin hacer distinciones ni positivas ni negativas, amando más y buscando menos la propia auto-complacencia (incluido el crecimiento de la “obra” por encima de las almas).

Al árbol se le conoce por sus frutos, y estos deben ser tan reales, que aunque se diga cualquier cuestión inexacta, la evidencia sea tal, que tapar el sol con un dedo sería imposible. Lo bueno, también hay que reconocerlo, y en mi experiencia he tenido la bendición de conocer a pastores con un llamado genuino que han dado de modo literal, la vida por cada una de sus ovejas, mismos que cuentan con las siguientes características:

1.- Visión espiritual: discernir sus propios fallos con humildad, reconocerlos y disculparse con la congregación o las ovejas de ser necesario; discernir los motivos objetivos de las fallas dentro de su iglesia, proponiendo y ejecutando soluciones creativas producto de la sabiduría divina; percibir las buenas cualidades de todos los miembros, por igual, sin “disciplinar” según su antojo y menos públicamente, con indirectas, o impidiendo la participación activa de algún miembro, con el correspondiente ostracismo que se genera y daño psicológico a la persona, víctima de este ataque velado pero letal, pues si no es fuerte en la fe en Dios, esto puede destruir su auto-percepción como persona y cristiano, y nadie tiene el derecho de poner a ninguna persona bajo yugo alguno; estudiar y analizar todas las situaciones, orando y buscando la voluntad de Dios en todo, logrando con ello, las más de las veces, el respaldo de la congregación.

2.- Hábitos provechosos: estudiar, profundizar en las escrituras y su aplicación en la vida cotidiana; emplear con sabiduría su tiempo, administrándolo bien, y ocupándose sólo de aquello que edifica y contribuye al desarrollo de la obra, de Jesús en sí mismo y los demás; analizar bien todas sus empresas o emprendimientos antes de actuar; cumplir fielmente en lo poco, como una muestra de un corazón dispuesto y agradable a Dios, que será fiel en lo mucho.

3.- Amor genuino por Dios y por las almas: el pastor con un verdadero llamado a este ministerio, siente una fuerte carga en su corazón por los perdidos, ora por ellos; también se regocija, vela, y motiva siempre, y bajo cualquier circunstancia la prosperidad y desarrollo espiritual de los salvos, sin menospreciar a nadie, ni colocarle motivos negativos encubiertos a las acciones que realizan, pues el único que conoce los corazones es Dios, y estar con un pastor que no cree en ti, o te dice que sí pero no te levanta como a todos los demás, pese a tus frutos, aunque cometas algunos errores (como él y todos), puede ser una de las experiencias más dolorosas para un creyente, dirigida totalmente a dañar la identidad en Cristo de quien como oveja, sólo confió. Pero Dios es bueno y fiel, mostrando nuevos caminos para que su voluntad buena, agradable, y perfecta se realice.

4.- Cualidades encomiables: personales (sabiduría y prudencia; cortesía más no hipocresía; imparcialidad; valor; ánimo; energía; propósito de corazón y no sólo de palabra; humildad no superioridad autoritaria aunque sea “blando al hablar”, ya que si su postura siempre va a ser la correcta, esto denota orgullo e incomprensión; respeto para todas las categorías y edades; disposición de recibir consejos inclusive de una oveja o un intendente, ya que Dios puede usar a cualquiera, hasta una burra si Él así lo decide en su soberanía; interés en su trabajo, el cual debe ser su vocación; contactos amigables pero siempre y totalmente respetuosos; personalidad atractiva y servicial; perseverancia, al nunca cansarse de hacer el bien sin mirar a quien; paciencia), y espirituales (unción del Espíritu Santo); una ambición santa por progresar en los caminos de Dios; abundancia de amor divino por los demás; un ejemplo santa no culpabilizador, castigador o disciplinador radical y carente de empatía, pues los maltratadores y misóginos pueden muy bien colarse entre las filas del ministerio, usando como excusa la biblia para cometer actos de injusticia que jamás mandó Dios a realizar, representándolo mal de este modo; simpatía y empatía; dependencia total de la oración, de Dios; sermones estimulantes, llenos de la palabra, donde se exalte a Jesús y los principios bíblicos, y no el yo o el ajuste de cuentas para tratar de salvaguardar una autoimagen y perder poder sobre los oyentes; que todo lo anterior se traduzca en actos de amor, y no de juicio, pues el amor todo lo puede, pero la violencia todo lo destruye).

Para meditar y aplicar…

Juan 10:10-18

10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.

17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.