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Seguimos sin olvidar

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A las 6:10 de la tarde en la plaza de las tres culturas, un helicóptero sobrevoló el área lanzando un par de bengalas de color verde, la cual fue una señal para que empezara uno de los episodios más sangrientos y más recordados, por lo menos, de la segunda mitad del siglo XX. Más de 300 estudiantes fueron asesinados. Al día siguiente, los medios de comunicación no informaron detalladamente sobre el acontecimiento.

El Gobierno pretendía seguir como si nada hubiera pasado, pero claro que algo pasó. Gustavo Díaz Ordaz al recordar ese acontecimiento lo presumía como un orgullo, pues “le permitió salvar a su país”. Sí, ese país que vivía dentro de su mente, una realidad distorsionada ocasionada por su soberbia exacerbada.

Han pasado más de 50 años desde aquel suceso, y México sigue sin olvidar.

El movimiento estudiantil de 1968, y, a su vez, la matanza de Tlatelolco, han sido tomados como estandarte de las causas que nos invitan a luchar contra la opresión y represión; para nunca olvidar las atrocidades que el gobierno está dispuesto a llevar acabo, con tal de “mantener la estabilidad”, y seguir imponiendo su “credibilidad”, por cierto, ya desgastada.

Sin embargo, en la actualidad son muchas batallas las que tenemos que librar desde distintas trincheras. Entre ellas la represión, opresión, e intimidación por parte de aquellos que, por estar en un escaño de autoridad más elevado, creen ser dioses y hacer del pueblo lo que les plazca.

Pero, por otra parte, tendremos que luchar contra la apatía, indiferencia y el olvido, que tienen el control de una parte de los mexicanos, y quieren volver a poseer a aquellos que ya están despiertos, así como a los somnolientos. Pero, todo da a entender, que el triunfo de estos terribles males, está muy lejos de suceder, pues son los estudiantes quienes están tomando la palabra.

El último evento de tal trascendencia, fue la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y ahora es este acontecimiento el que tomamos como estandarte para denunciar la terrible incompetencia que el Estado tiene para dar respuesta a las exigencias de justicia que tiene el pueblo; para notificar la fosa común en la cual vive gran parte de México.

Hoy, así como entonces, el pueblo exige y el gobierno omite o ignora. Ahora es muy difícil que un evento como el de 1968 suceda sin que se vuelva noticia mundial, pero a pesar de ello, conocemos los grandes riesgos que conlleva la libertad de expresión en un país como el nuestro. Pero, a pesar de ello, nadie debe dudar, ni por un solo segundo, que nosotros seguiremos luchando por la libertad, la justicia, y la historia.

En una época como la nuestra, el borrón y cuenta nueva, no está permitido, y todos deben saber que ni perdón, ni olvido.