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¿Qué van a hacer los buenos priístas, se van a quedar para morir con el PRI?

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La pregunta es directa para los buenos priístas que aún se sienten parte del PRI. ¿Seguirán en el partido a pesar de que la desaparición se siente y se ve venir?. El partido como tal ya no da para más, no con personajes impresentables, indeseables, que causan el repudio y la condena social.

El PRI como tal ya no da para más, porque sigue siendo el mismo de siempre, el de las imposiciones, el de los compadrazgos, el de los acuerdos en lo oscuro, el de las cúpulas, el de las traiciones, el de las tranzas, el de la venta de candidaturas, etcétera. ¿A este PRI quieren seguir defendiendo?.

¿Por éste PRI quieren seguir luchando?, para que como siempre, lleguen los hijos, los ahijados, los primos, las “amigas”, los “amigos”, los recomendados, los compadres, etcétera. ¿Éste PRI los representa?.

Con honestidad, ¿vale la pena morir políticamente para que esos corruptos ocupen los mejores cargos y luego se vendan al gobierno como está pasando en el Congreso del Estado actualmente?.

Los números no mienten, y no son fríos cuando se encuentran las razones. Veamos.

Un dato escalofriante es el número de votos que perdió en la elección del domingo pasado. En los estados de Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca, Aguascalientes y Tamaulipas, obtuvo poco más de 800 mil votos, cuando que en el 2016, obtuvo más de 2 millones 100 mil votos, lo que representa una pérdida del 62% de la votación que tenía.

¿Entonces por qué seguir en el PRI?. Los motivos para quedarse pueden ser sólidos – emocionalmente hablando, pero no son lo suficientes para resistir el abuso y la mala reputación de sus dirigentes nacionales y locales, que en nada ayudan para encarar al fenómeno López Obradorista que ha invadido al país y que en vez de disminuir su fuerza por el final del sexenio, cada día crece más.

El priísmo no ha podido detener a la cúpula que se ha servido del partido para enriquecerse, prodigarse las diputaciones federales y estatales, senadurías, presidencias municipales y cargos en el partido, para ellos y sus allegados. Tampoco han podido detener la voracidad de sus dirigentes, que los han obligado a votar por PANISTAS en una coalición sin sentido y sin cabeza a la que le han llamado “Va por México”.

Los buenos priístas que aún quedan en el partido, siguen quejándose por la falta de democracia interna, por la falta de transparencia, por el abuso de los directivos, por la ambición de los “cuadros distinguidos” que no han desaparecido y que esperan el momento para asomar la cabeza y presentarse para algún cargo en la elección del 2024.

El PRI ha perdido prácticamente todo, incluso la dignidad y el orgullo. Solo gobierna tres estados Coahuila, el Estado de México y Durango. Y donde era potencia, hoy es el ridículo del año. En Quintana Roo solo tendrá un diputado local, cuando que por largos sexenios, gobernó a sus anchas.

En Yucatán, el PRI se quedó sin posibilidades de ganar la gubernatura en el 2024. Las estadísticas electorales apuntan hacia el resquebrajamiento del tricolor y el repunte del voto “López Obradorista”. La batalla será entre el PAN y la gran figura del presidente López Obrador.

¿A qué se quedan los buenos priístas en un partido en el que todo está perdido?. Si nunca los escuchan, si nunca los toman en cuenta, si nunca los valoran, si los han engañado siempre, si les han jugado el “trasero” siempre. Los conocedores del tema saben que en el PRI, las cosas nunca van a cambiar.

En el PRI de Yucatán no hay futuro. Lo único que se van a pelear internamente, son las candidaturas a presidentes municipales. Porque el tricolor perdió la fuerza para competir por las diputaciones locales y las federales. Los dos escaños para senador, también los va a perder. Porque no ha habido trabajo con la estructura territorial.

La directiva estatal encabezada por Francisco “Pumba” Torres, ha enterrado cualquier posibilidad de triunfo electoral en el futuro, gracias a sus abusos, sus torpezas, sus exabruptos, gracias a su ineptitud, su inoperancia, su incapacidad, su necedad, su falta de juicio, su falta de sensibilidad, su cinismo, su egolatría y su pobreza de criterio. El PRI es un cadáver insepulto. Es un ente inerte que ya no motiva a la población. El PRI solo genera rechazo y repudio. En el PRI se han acuñado frases históricas y dañinas que han marcado al partido como tal, dos de ellas, la que hizo famosa y se le atribuyó al Profesor Hank Gónzalez “un político pobre es un pobre político”; y ahora la más reciente, la de Alito Moreno “a los periodistas no se les mata a balazos, a los periodistas se les mata de hambre”. O aquella muy famosa, también del sistema priísta: “la moral es un árbol que da moras”.

Es mucho el daño que el PRI le ha hecho a la sana democracia. Millones de priístas han abandonado al tricolor y lo seguirán haciendo, porque este partido está destinado a morir, pues está dirigido y seguirá siendo dirigido por malas personas, por malos políticos, por ambiciosos políticos que robaron y desean seguir robando el recurso del pueblo.