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El PAN en los tiempos del “cambio”

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Con Patricio Patrón Laviada como gobernador, el PAN fue su brazo ejecutor. Los presidentes de los Comités Estatales y Municipales fueron los capataces de un cacicazgo muy serio, imposible de creer en los tiempos del “cambio”.

Los ideales de la democracia quedaron en el piso, los estatutos fueron manipulados para dar legitimidad a imposiciones y violaciones a la armonía panista; la mística, fue suplantada por la obediencia al gobernador.

Ana Rosa Payan Cervera, Silvia López Escoffié, Luis Aldana Burgos, Carlos Sarabia, Luis Correa Mena, Antonio Hadad, y hasta mi amigo Gerardo Bolio, incluyendo a Ricardo Gutiérrez López elevaron enérgicamente su voz para impedir que el PAN fuera una guarida de “cuatreros”. Desde el 2006, el PAN en Yucatán pasó de ser el partido de la movilización de almas a búnker de la imposición del cacique.

En ese entonces, la gran madame de la política blanquiazul era Rosa Ceballos. Y tanto Alfredo Rodríguez y Pacheco, como Edgar Ramírez Pech y Luis Montoya fueron los “peleles” (presidentes del PAN) en turno del gobernador.

A la vieja usanza, como si se tratara de copiar al PRI corrupto, los panistas y los neo panistas se entregaron al encanto del gobernador. Y cayeron en las garras de la corrupción, el tráfico de influencias, enriquecimientos inexplicables, tranzas, traiciones, compras de voto, expulsiones a los incómodos, etc. Sustituyeron la democracia en el Congreso por el respeto a la línea del gobernador. Fueron y son, en estricto apego a la realidad, un remedo, una calca falsa del priísmo autoritario que gobernó al país en el antiguo milenio y que sirvió de modelo a los fundadores del panismo puro para inspirar un discurso de cambio, que al día de hoy, como la Iglesia en manos de Lutero, ha sufrido desvíos inconcebibles en su conducta.

A finales del 2006, la cosa explotó. El panismo puro, ese que nunca se postró a la dádiva de Xavier Abreu Sierra; que nunca se dejó comprar por material de construcción proveniente del FONDEN; y que nunca extravió los ideales, le dio la espalda a lo que hoy se conoce como #cochineroPAN. Y bajó los brazos en señal de protesta.

Los imbéciles gritaron consignas contra los traidores de Patricio. Lo dijeron bonito: “traidores al PAN”, pero nunca traicionaron al partido, solo le dieron la espalda al cacique.

Desde sus orígenes en el PAN se luchó por alcanzar el poder público. Se decía que era para transformar a la nación y hacer una patria generosa y ordenada.

Nada de ello estuvo en los planes de Vicente Fox, y menos en los de Felipe Calderón. Porque para cumplir con esos objetivos se demandaba ser incluyente, generoso, demócrata, es decir, menos cacique y más ciudadano.

De joven, vi las luchas históricas de gente como Luis Correa, Benito Rosel, Ana Rosa Payán, Roger Cicero, Manuel Castilla “Cachicha”, Silvia López y más, y me dejaban impresionado; la convicción la proyectaban con firmeza, en sus bocas habían discursos que movían almas, en verdad las movían.

Siempre pensé que el PAN merecía una oportunidad. Pero nunca imaginé lo que hoy veo, y veo renuncias por doquier de seres humanos defraudados por la perversidad, porque en el PAN ya no se lucha con ideología, se lucha con ambición perversa de alcanzar el poder por el poder; la incongruencia no importa si el objetivo es obtener la posición.

Grave es enterarnos de tanta renuncia al PAN, grave es saber que a las dirigencias no les importa que un panista renuncie. Los desprecian, los olvidan. “Estas conmigo o contra mí”, es la máxima que sustituyó a “unidos hacemos patria”.

El PAN se merece perderlo todo, porque todo le hizo mucho daño. El PAN se autodestruyó, porque nunca entendió el rol que la historia le concedió.

Solo faltan unos cuantos ajustes del destino … y después, como dice Manuel Espino Barrientos, será tiempo de Volver a Empezar.

To be continued …