Inicio Análisis político Alejandro López Munguía INE y el regreso de las concertacesiones Yucatán 1993 y 2001

INE y el regreso de las concertacesiones Yucatán 1993 y 2001

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La historia en Yucatán registra graves violaciones a la soberanía de la entidad por parte de altos niveles federales. Casos que dibujan con claridad la necesidad del Partido Acción Nacional para hacerse de posiciones políticas electorales a través de negociaciones sobre la mesa.

En 1993, el PRI fue despojado del triunfo electoral obtenido en las urnas el 28 de noviembre. Habiendo el Congreso del Estado entregado la constancia de mayoría al Abog. Orlando Paredes Lara, candidato del PRI, los diputados fueron convocados a la Ciudad de México y al regresar, traían la orden de hacer ganador al segundo lugar: Luis Correa Mena. El PAN logró su objetivo al presionar y obtener sobre la mesa su cuota de poder. El voto popular mayoritario no sirvió de nada.

En el año 2001, el Trife violentó la soberanía de Yucatán al desconocer la facultad del Congreso del Estado para designar a los integrantes del Consejo Electoral del Estado. A ese caso la oposición la bautizó como el “desacato”. En aquel entonces el debate se centró en la injerencia de la federación para someter al poder legislativo y orientar la balanza a favor de la oposición encabezada por el PAN y el PRD de aquel entonces. Al final, el PAN ganó la gubernatura. El blanquiazul volvió a obtener sobre la mesa ventaja electoral.

En ambos casos se distinguen ciertos aspectos que están contemplados en la nueva ley electoral que da origen al INE. Veamos:

– La nueva ley impulsada por el PAN de Gustavo Madero, le quita a los Congresos Estatales la facultad de designar a los consejeros electorales en las entidades.

– Esta ley también le quita a los institutos estatales y al poder judicial (a través del Tribunal Electoral Estatal), la facultad de calificar las elecciones, centralizando en los 11 integrantes del INE ese poder. De hecho desaparecen los tribunales electorales de los estados.

Esta situación nos conducen a considerar:

– Que las elecciones dejan de tener la protección de la ley a través del Congreso del Estado y del Poder Judicial.

– Que es una flagrante violación a la soberanía de los estados, en cuanto se refiere a la organización, vigilancia y calificación de elecciones locales.

– Que un simple organismo público tenga facultades que le competen a dos poderes: el legislativo y el judicial, es un riesgo muy grave que pone la voluntad popular en riesgo de sufrir un atentado mediante la negociación de los resultados electorales.

Los yucatecos sabemos lo que significa una elección. Yucatán es una entidad donde se viven con gran pasión los procesos electorales y en donde se han visto sucesos que han marcado la vida democrática nacional. En Yucatán la alternancia es siempre una posibilidad y tan solo por eso, no puede dejarse en manos de “extranjeros” el proceso.

Y es que con el poder de influencia que ha demostrado tener Gustavo Madero en la mesa del Pacto por México, se aviva el temor de que las concertacesiones regresen del pasado como “espíritus chocarreros”. Madero impulsó esta reforma política electoral para “emparejar la cancha”, sabedor que como partido no posee talentos para seducir a la población en mayoría que le permita ganar elecciones a mansalva. Creo han escogido Yucatán como núcleo de recuperación desde la zona sur sureste del país.

El PAN como alternativa real de gobierno no existe en Campeche, ni en Quintana Roo, ni en Chiapas, ni en Tabasco, ni en Veracruz, pero sí en Yucatán.

Las concertacesiones pues, se posan de nuevo sobre Yucatán. Y dados los antecedentes, es una posibilidad que representa un grave peligro para la democracia en México.

A esta situación se suma el hecho de que la reforma política electoral es una gran telaraña que no tiene estructura. Es un jinete sin cabeza. Una amenaza para todos, pues está sobreregulada y penaliza todo y no protege nada. Digamos que está diseñada para darle peso político a las acusaciones que haga la oposición representada por el PAN. Es de hecho, una reforma panista, con intereses perredistas, y avalada por el PRI para tenerlos satisfechos y así conseguir otras reformas.

Gustavo Madero lo dijo en el pasado debate que sostuvo con Ernesto Cordero, el hombre dijo “así como en 1988 el PAN jugó un papel importante para la estabilidad del país, ahora queremos aportar nuestras propuestas con el ADN panista”. Es decir, Madero anunció el regreso de aquella negociación que dio pie a lo que me refiero en el presente escrito: las concertacesiones para recuperar espacios de gobierno en la mesa y no en las urnas.

Cosa terrible … Ojalá y yo esté equivocado.